jueves, 3 de enero de 2008

Primera entrada, pero no primer día de Sangría

Paradójicamente, el editor de textos donde escribo esto no permite la sangría entre párrafos. Partiremos imaginando que el espacio entre párrafos en realidad es un elegante vacío antes de la primera palabra, un vacío donde sobrevolaba el Espíritu.

Sangría Editora existe desde el día en que, cansados de que nos miraran con el entrecejo cuando proponíamos publicar una fascinante novela del año veinte los mismos que nos pagaban tarde, mal y nunca para después decir que nuestro trabajo estaba lleno de erratas, decidimos la Moni y yo hacernos cargo de nuestro propia casa editorial. Como quien dice: es mejor comprar una casa que arrendarla, además que podemos llevarnos este techo a donde quiera que vayamos.

Luego vendría Joaquín, el diseñador y artista. Ya hablaremos de él.

Ayer estaba durmiendo y me desperté a las cinco de la madrugada con una idea: esta, un diario de edición. Hoy esperé tener algo de tiempo libre y escribo: este es el diario de una editorial, Sangría Editora. Acá escribiremos sobre el nacimiento, vida y muerte de los libros en que trabajamos, y también del más allá de ellos, confiados en que ser editor no es ser empresario, sino autor. Sangría, ya saben, es un antiguo remedio. También lo que hace que nuestros ojos respiren y, sobre todo, ese lugar del brazo tan tocable como sensible que está en el reverso del codo.